Cawana, no un lugar cualquiera.
Había una vez un niño que se llamaba Pol y vivía en una gran ciudad. Sin embargo a Pol lo que de verdad le gustaba eran los animales y la naturaleza. Él veía su ciudad como una gran jungla y era capaz de en cada esquina inventarse la más loca aventura.
Cada noche el pequeño Pol viajaba en sueños a un lugar llamado Cawana. Un lugar lleno de rincones por descubrir, donde viven todos los animales que él quiera, un lugar donde hay un bosque, un lago, una jungla… Ahí él enseña al tigre a rugir con más fuerza, cepilla los dientes al cocodrilo, roba miel a las abejas con el oso, hace footing cada mañana con el guepardo, vuela por encima de las nubes con su amiga águila.
En Cawana Pol es una fiera más en total libertad.
Por desgracia, cuando despertaba, le tocaba ir al cole y pasar su día en la jungla de cemento. Hasta que un día su mamá, Cristina, inventó unos zapatos para ayudar a su indomable Pol a sentirse cerca de sus amigos animales, para ayudarle a soñar despierto. A estos zapatos mágicos les llamó Cawana, como el fantástico lugar imaginario.